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El primer contacto que se suele tener con una empresa es a través de su marca, la tarjeta de visita, el rótulo de su local, el coche de empresa, la ropa del técnico que llega a tu casa, la factura para el cliente, la oferta en el periódico, la Web en Internet, la guía de médico a primeros de año. En ese primer contacto o en los sucesivos esa marca transmite una identidad, un concepto, una filosofía…

La imagen corporativa es uno de los mayores activos con los que cuenta una empresa, aunque muchas veces no nos demos cuenta de ellos, cuanto mayor es su reconocimiento o implantación mayor es el valor o potencial de nuestra empresa y por tanto mas difícil pude resultar hacerle cambios o modificaciones.

La marca comunica el tipo de empresa o entidad que eres y sus valores, y todo esto a través de sus colores, formas, tipografías, símbolos… Ha de estar viva y ha de evolucionar con la empresa, adaptándose a los cambios, porque es nuestra bandera y si está obsoleta, nuestra empresa también dará esa imagen.

El gran error en que siempre se cae es pensar que, como su marca ha funcionado tantos años y ha cumplido sus objetivos, porqué cambiarla… Lo que no se piensa es en la imagen que se está proyectando al exterior, no nos percatamos que con el paso del tiempo, reducimos nuestro público y tarde o temprano nos quedaremos atrás. Qué pensaríamos de un hospital que no renueva su aparato de Rayos X, una empresa de transporte no compre camiones nuevos, o una empresa de congelados que no cambie sus cámaras frigoríficas después de 10, 15, 20, 30 o 50 años funcionando… y para más inri, con la competencia renovándose continuamente, la consecuencia evidente es que nos quedaríamos inevitablemente fuera de mercado.

Muchas veces el miedo es un gran muro que no nos deja ver más allá, no queremos cambiar porque nuestra marca está implantada y puede resultar difícil hacerle cambios o modificaciones. Hay que enfocarlo desde otro punto de vista, lo más importante es analizar, pensar, dejarse asesorar sobre la salud de nuestra marca, porque puede que funcione y su diseño sea atemporal, o que sólo necesite un pequeño restyling, pero lo fundamental es no dejarse aconsejar por los típicos bloqueos.

Nuestro consejo: Párate un rato a pensar en tu marca, dedícale el tiempo que se merece, mímala, puede que este sea el momento idóneo para juzgar si esta viva, si se adapta a los cambios, y en caso contrario… pues otro consejo: ¡ponle remedio! ¡Tu empresa te lo agradecerá!

Como decimos en Chiwake… ¡cuida tu marca, se puede quemar!

Esperamos que os haya gustado nuestro punto de vista y que os haya hecho pensar un rato. A continuación os mostramos unos ejemplos de clientes que se ha puesto en nuestras manos para dar, en unos casos, un pequeño restyling a su marca y en otros, un giro de 180º. ¡Buen provecho!